
El otro día, mientras acompañaba unas exequias, fui testigo de un momento muy íntimo entre una pareja…
El hijo de la persona fallecida se encontraba recibiendo el pésame y conversando con las personas que se habían reunido para acompañarlo en ese momento tan doloroso. Desde donde me encontraba lograba ver su contención, su esfuerzo por mantener la compostura y firmeza mientras se desarrollaba la ceremonia.
En esos momentos su esposa no se encontraba en el recinto, pero en el momento en que hizo presencia, aun sin haber llegado a su lado, el simple hecho de verla le permitió descansar, pude ver cómo la tensión, angustia e incomodidad salían de su sistema, como reconociendo que ya podía permitirse ser vulnerable, porque ya tenía a su lado quién lo sostuviera, porque ya no estaba solo, y claro no es que lo estuviera, ya que muchas personas estábamos precisamente ahí para apoyarlo, pero no es lo mismo, en momentos de profunda tristeza o de mucha dicha a quien queremos a nuestro lado, es a nuestro compañero de batallas, a esa persona con la que podemos ser nosotros en total libertad, aquella persona con quien nos sentimos vistos, reconocidos, aceptados, respaldados y amados con nuestros defectos y virtudes.
Es un matrimonio que se nota que se ha construido con amor y constancia, que de seguro han tenido sus altas y bajas en el transcurrir de su relación, pero han logrado aceptarse, respetarse, quererse y especialmente han continuado eligiéndose a lo largo de los años, y es una elección consciente que no todos los matrimonios o uniones pueden decir lo mismo. 🤎
Encontrar esa complicidad, ese compañerismo y conservarlo es una decisión de cada día por continuar creando la vida de sus vidas, y ser testigo de ese amor me llena de fe en que nosotros también podremos encontrarla y atesorarla.
💕Con amor y pecas,
Sheyla.